La legendaria banda española Angeles Del Infierno regresó a la Ciudad de México para complacer con una noche de éxitos y sorpresas.
Nunca me dejará de parecer extraño asistir a un show de heavy metal en el Auditorio Nacional pero caray, siempre lucen por diversas razones. En el baúl de los recuerdos conservo shows de Scorpions y Heaven & Hell y ahora, Angeles Del Infierno se une a la lista gracias al concierto tan ameno y sobre todo, complaciente hacia sus fans más apasionados que seguramente, nunca habían tenido oportunidad de verlos en un escenario tan demandante como el del Coloso de Reforma.
En una, para variar, caótica tarde en la zona centro de la CDMX, el logro de poner un pie sobre Reforma con la intención de llenar nuestra catarsis de media semana con headbanging, fue una misión de lo más satisfactoria gracias a un concierto que dibujó una sonrisa en miles y dejó los cuernos en lo más alto. ¿Cómo pude tardar tanto en verlos en vivo por primera vez?
“¡Mi querido México!”: un maratónico festín del mejor heavy metal español
10 minutos después del horario pactado, las luces del Auditorio apagaron, regalándonos una postal muy linda donde las luces rojas de cientos de cuernitos rojos luminosos, lucían entre las butacas que poco a poco, se fueron llenando. Fue muy divertido ver como una enorme hilera de vigilantes custodiaban el escenario como si en serio fueran a destrozar el recinto. Bien ridículos, la verdad.
Las pantallas y bocinas nos llevaron de regreso para el 2003, al coro que une a sus fans y que explotó en un estridente riff que marcó el resto de la noche: “Todos somos ángeles”. “Mi querido México”, gritó Juan llenó de emoción. Con Angeles Del Infierno existe una relación especial hacia nuestro país pues es uno de los pocos actos internacionales que no han titubeado en mostrarse en plazas que otros, ni de chiste se atreverían. El público lo sabe y lo retribuye con mucho cariño.
El concierto dio un montón de postales para atesorar. De las impresionantes fue la intervención de Alex Lora para “Dando por detrás”. Aunque muchos le mentaron la madre, otros más le celebraron todas sus frases clásicas pero donde recayó el encanto de esta colaboración, fue lo bien que sonó su voz acoplada al heavy de Angeles. Siento que ahora se necesitan canciones nuevas de El Tri donde explote este lado pesado.
Lo mismo puede decirse del detalle de la banda en invitar a un mariachi para acompañarlos en su versión de “El Rey” pero lo mejor vino de la pasión de la gente. Tras de mi, un par de chavales no dejó de cantar absolutamente todas las canciones, impulsados en instantes como las graves notas del bajo en “Con las botas puestas”, guiados por el teclado más rockero de “Hoy por ti, mañana por mí” hasta el espíritu cañero de “Esclavos de la noche”. Ni que decir de las primeras filas, entregadas a cada verso. Fue hermoso.
Los años habrán pasado por la voz de Juan pero no en su actitud. Él se sabe rockstar y siempre lo demuestra, gafa oscura en los ojos y chaleco de motero, perfectamente sincronizado a los solos del siempre imbatible Robert en la guitarra. Angeles Del Infierno preservan esta iconografía y espíritu muy rockero de los 90 y que se preservó intacta en los primeros años de internet. Ahí en las pantallas les acompañaban las clásicas imágenes de calacas en llamas, bellos ojos de mujeres y cuanta representación del patas de cabra puedas imaginar. Esto, por supuesto, alimenta una mística especial que pocos logran sin caer en clichés.
Cuando menos lo notamos, la agrupación ya llevaba un maratónico espectáculo donde brilló casi en su totalidad su debut, Pacto con el diablo. Y porque nunca es suficiente, al final volvió Lora para cerrar con “Hijos de América”. Más que nunca, su “¡qué viva el rock and roll!” tomó demasiado sentido. La frase definió por completo esta gran noche.
📸 Mario Valencia/Pólvora
Fuente: https://polvora.com.mx/ 🔗